Sucesos

Tribi cuenta que al hijo de él, Pyero, de tres meses, se lo ojearon. Ellos empezaron a sentir al niño distinto y me contaba Tribi que el niño no estaba bien que él y su esposa estaban preocupados, terminaron llevándolo a lo que viera un señor de Anserma. Me contó que eso de los niños ojeados viene de hace muchos años y se origina por las energías tan fuertes que residen en los ojos de las personas, cuando miran y miran fuerte dejan a los niños indispuestos, con vómito, llorando, con fiebre y otros síntomas. Tribi me contó que hay gente que sabe que tiene la mirada fuerte y lo hacen de aposta. Al final todo salió bien con el bebé, ya está curado.

Otro día en una camioneta, quien conducía empezó a contar que su sobrina estaba muy enferma y había tenido que llevarla a urgencias en la madrugada, luego fuimos a verla a la salida de una consulta y quien la llevó a la cita dijo que le habían dado acetaminofen pero que un señor que vio la niña le dijo a la señora que era muy posible que lo que en realidad tuviera la niña fuera un mal de ojo, que la niña estaba ojeada y que eso no lo curan los médicos. 

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En la invadida avenida sur, los buses bajan con furia, bajan muy naranjas invadiendo la noche con luces escandalosas y letreros rotos. Baja viento de arriba y viene viento de abajo del verde que aún queda en esta pendiente y que viene también huyendo de las montañas. En una de esas laderas repletas de vida nocturna, las palmas que parten la doble calzada y un árbol deshojado por las lluvias lanza parte de sus flores naranjas en el prado delineado. La gente mira desde los buses y desde los carros y las motos, miran y a veces pasan lento, pasa mucho la policía, pasan muchas cosas, el otro día tres niños vestidos de mujeres bajaban alegando por una plata. En esa avenida paso la mayoría de veces mirando cosas, o sólo viéndolas también.


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