Eso fue esta noche

Te busqué en la primera fila. Subí a la segunda, a la décima, miré a la derecha y abajo, esperé en la entrada, busqué detrás del chelo, de la viola, del arpa que tocaba una mujer, del oboe, incluso le pregunté a Vivaldi por ti, pero no estabas, pero no llegaste, pero no había rastro de tu pelo, de tus ojos, de tus cejas, no, no, no hubo nada más de ti que tu imagen en cada imagen que vi, no hubo nada más de ti que cada respiración que no controlé y no hubo nada más de ti que cada silencio y cada aplauso que fueron en vano porque no estabas pero no hubo nada más de ti que cada lágrima sinfónica, que cada tonada triste, que cada subida italiana y preguntaron por ti las sucias calles, las escaleras y las sillas vacías y las que estaban llenas y los que se besaron no intuían que imaginaba cosas y cosas contigo, cosas de números, de letras, de árboles cómplices, de cinemas, de relatos breves, pero no llegaste. Y se murieron, se murieron todas las lombrices. Luego vino la lluvia y recuerdo un vestido azul, muy azul. De lentejuelas. Y vi tu rostro, vi tu alma mordida, tu sueño mutilado y una represa se vino abajo y hubo daños, palos sueltos y el auditorio se quedó en silencio y supe cuando no te recostaste, cuando no me tomaste de la mano, justo ahí y no antes, que no habías llegado, que ya no llegabas y que caminabas en otro concierto, no en el mío.

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