Hogares felices

Recibió doce puños en la ceja. Se lo merecía dijo él para perdonarse a sí mismo. Piedad pensó en la mañana en que recibió el anuncio de que su esposo estaba enfermo de sida y llamó a su hermana a contarle que no podía creerlo, que si sería que él se había acostado con otra mujer después de 34 años de matrimonio, una casa en el centro con garaje para dos carros, un perro con problemas de estreñimiento y un hijo médico como su papá pero que siempre quiso escribir novelas eróticas con Mariana la prima. Luego dejó de pensar, llamó a su esposo y le dijo que la perdonara por pensar mal de él. Que ella sí se lo merecía, que nunca lo había entendido bien, que lo esperaba para que comieran algo de postre. Don Fabián llegó todo borracho, cuenta la vecina que vio todo, y cogió a doña Piedá y le pegó tan duro que la mató ahí mismo, !qué pesar!, ellos eran tan felices, yo no entiendo qué pasó. 

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