Aviación emocional

Despegando la vida /@CiertoZarco


Y abordó el primer avión que se encontró entre las nubes. No saludó al piloto pero sostuvo una relación pasajera con la azafata. Estuvo tentando a decir que era un terrorista de sueños y que alguna vez quiso inmolar su alma, pero no le convenció el hecho de que nadie se fijara en sus ojos rojos. El avión tenía un pasillo sin fondo. Lo recorrió seguro de sí mismo y se encontró con la novia del bachillerato que le mintió acerca de sus ausencias, siguió caminando y un viejo conocido le tomó del hombro, pero él no se detuvo. Recordó que aquél era famoso por quemar hormigas. Siguió sin mirar atrás y encontró algunas flojas mentiras, miró a los ojos a su hermano muerto y a su abuelo que sonreía y le hablaba de su temporada marítima. 

Y la despresurización le tomó por sorpresa en un despegue de emociones, en el coqueteo de la compresión, en la impotencia de los barcos reducidos a papel y desesperado encontró asustado la respuesta en un manual de aviación emocional: vuelva bajito, cae bajito. Vuela alto, respira profundo y no te dejes engañar por la azafata. Caer ni siquiera podrá asustarte porque caer en el mar es abrir la puerta a la inmortalidad. 

Alguien gritó espantado: ¡un terrorista!

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