Historias de la nada III


No necesariamente se necesita decir algo inteligente, la gente necesita necesitar lo que no necesita...

Entonces se encuentran con ellos mismos y salen corriendo. Y corriendo descubren que no leyeron lo que debieron escribir sobre lo que sintieron el día que se sentaron a ver cómo pasaba su vida por la ventana de la indiscreción. 

Eran tiempos de sequía...

La mujer era de un lugar oscuro y húmedo como su intimidad. La recibieron trece hombres desnudos, tres perros velones y un vientecito todo rayador. Le increparon por su ropa ajustada y ella les contestó con las cejas, que la dejaran ser mujer tranquila que ella no tenía la culpa de ser el resultado de un extenso proceso de destilación y manufactura avanzada. En esas llegó un cirujano plástico vestido de botellón y pidió su porción de malicia, de morbo y de sudor y explosión. 

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