De la serie: Cosas de mariposas y otras güevonadas.

Capítulo XXI: Una hormiga tiene derecho de amar un elefante.


Por... cuenta de la casa
@CiertoZarco

Las hormigas tuvieron una despedida de solteros por lo alto. Las monas se encargaron de las bebidas y las cachonas (que casi no entran por contraseñas falsas) fueron las responsables de los servicios sexuales. De una gran torta que armaron sólo quedaron restos por el accidente que se presentó cuando uno de los elefantes que espiaba, tropezó y cayó encima. Lo que empezó como diversión terminó en pompas fúnebres: murió la novia.

Sencillez y complejidad, los contrarios más enamoradizos. Algunos nunca creyeron, pero así fue...

Ella lo conoció mientras hacía la fila para abordar el bus. Él empezó a contarle que era primo de Melvin y que nunca se la llevó bien con Tony, el tigre. Que le gustaba comer maní con Pony Malta los domingos a las seis y que alguna vez deseó tener relaciones con Rina, la esposa del rinoceronte harlista. 

Ella le dijo que no conocía la nieve y que en su fiesta de 15, bailó La Cumbia del Monstruo con su primo el peludo. Le contó que siempre soñó con ser una hormiga atleta, pero nadie le creyó el rumor de que le hicieron estilinguis durante dos horas seguidas. 

Se enamoraron exactamente después de que el chofer del bus le indicó al elefante que ¡ni por el putas! lo iba dejar subir. Caminaron hasta la estación del tren, pero allí no permitían hormigas para evitarse un homicidio. Así que él, se acordó que en el colegio le decían Dumbo y salieron volando hacia el bosque.

En el camino, entendieron que se amaban porque eran radicalmente incompatibles. Pasaron por la luna mientras se untaron miel en los labios, planearon sobre la copa de un árbol que les prometió una cama doble, pero una llovizna repentina los obligó a un aterrizaje forzoso.  

Cuando (dos horas después de conocerse), le comentaron la noticia del matrimonio a sus padres, Mamá hormiga miró con desdén al elefante y le hizo jurar que nunca la pisaría y que probarían la inseminación artificial antes de pensar en un tormentoso embarazo. 

Segundos después del accidente...

El cura se quedó con el sermón estudiado y lo adaptó al velorio diciendo: "ninguna hormiga que se haya conocido se enamoró de un elefante. Nunca la pequeñez se elevó a esa altura, ni la grandeza se rebajó tanto. Por tanto, atendiendo a su memoria y honrando su nombre, la parroquia no comprará más ostias ni vino. La eucaristía se hará con leche entera y Choco Krispis". 

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