De la serie: Cosas de mariposas y otras güevonadas.

Capítulo XV: Una follada azarosa

Por: Juan Manuel Hincapié
@manuel_hincapie

Un pensamiento desenfrenado, una visita improvisada y una follada sin tapujos, es a lo que yo llamo, un “sexo azaroso”. Todo comienza con un mensaje, un examen a su actitud, escaneando sus palabras seductoras, el “qué te gustaría hacerme” , una que otra información para suavizar la calentura y claro, afirmar si tanta mierda que habla de sus curvas es cierto.

Seamos sinceros, nos importa un bledo su vida, en esos momentos lo que buscamos es el deleite de nuestros ojos y la posibilidad de tenerla en cama para darle suavemente duro, obviamente si ella lo desea. Aunque me dé un adelantico mientras se concreta “la vuelta”, al verla desconectarse comienzan a sentirse nervios que ni puta idea sé por qué los siento, ni porque fuera a desvirgame o desvirgarla. Además, me sentiría muy decepcionado si hubiera desperdiciado ese regalito con una “recocherita” como dice un amigo.

La hiperactividad me toma y el timbre de la casa se vuelve el punto de ebullición de mi cuerpo. Literalmente los poros sudan y el deseo de tener un par de tetas conmigo se hace más intenso, porque una calentura definitivamente no espera. Al verla por la ventanita de mi puerta, pensé “uff está bonita, más no buena”, pero en estos casos la exigencia es poca.

El saludo, un beso en la mejilla y un vaso de jugo fue el comienzo de una tarde prometedora. Dando paso a un largo beso y una que otra manoseada. Un inicio en la ducha no es nada descabellado, de hecho me apasiona porque es el momento de flirtear, de hablarle al oído “cositas ricas” y de tener un sexo oral de calidad. Cuando salimos del baño, prácticamente comidos y a 100 °C, la mente se bloquea y no importa si “baldosear” o gozar del movimiento de un colchón de aire, pues lo principal es tener un buen sexo donde nos azaremos sin control, exigiendo nuestros músculos a la resistencia de unas buenas poses.

Y aunque para muchos es un tabú andar “culeando” con una extraña, esos instantes para mí, deben ser aprovechados para mostrar una buena impresión y solamente disfrutar el momento. Y  más allá del sexo, que es tan impredecible como la morronga de mi amigo Chambi.

Después de un buen tiempo, el final se hace inmediato y su gran beso de despedida confirma que los dos estuvimos a la altura y que sin duda una segunda cita estaría en camino. Al minuto de ella salir, mis padres llegan, dando por terminado mi día con el tiempo justo y mis ansias de tener sexo azaroso.

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