Diez renglones sin sal + tres a su gusto.

Por: Luis Aldana Vásquez
@luro_alva

Escribo sin sal desde que me uní a la legión de hipertensos y me grabé, original, la taquicardia como bonus track. Aunque cuando se vive en medio de peques que quieren morirse ya, porque no le hallan sentido a la vida, se escribe de cualquier modo, menos simple. Acaso simple por sencillo, ningún aliño, mucho veneno. La vida no tiene ningún sentido más que ir tras la muerte: la única cosa inevitable. Listo, nada es perfecto. O quizá, ahí está la magia absoluta. ¿A qué tanto afán? Hay que trepar al Everest personal, y navegar por los meandros del inconsciente, y volar a la luna de los sueños, y asistir a un concierto de Kevin Johansen, y leerse las mil y una noches, y tirarse a todos los tipos ‘buenos’ y ‘malos’ y viceversa tipos, o mejor aún, no tirarse a nadie, y descubrir que creer en Dios puede no ser falta de sentido común y dudar de la ciencia algo recomendable, y que los viajes psicodélicos roquean. Todo a su tiempo. Ya, con calma, a toda. Buscar la eternidad es algo posible. Hay mucho más de lo que a simple sentido se percibe. Y eso sí, recordar que hay algo profundo ácido, amargo, dulce, salado y simple por devorar: el espíritu de la vida latiendo en nuestro interior. Amén o…. yeahhhh! Respeto tu respiración. Anda, no te quejes tanto.


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