De la serie: Cosas de mariposas y otras güevonadas.

Capítulo III: Un salto al abismo


Por: Daniel Alzate


Y entonces me tiré al hoyo sin paracaídas. Sin preguntarle a nadie. Y tal vez no pensé en que darle golpes con la cabeza a la ventana del bus, podía ser más peligroso que practicarle una cesárea a un murciélago infiel. De seguro mi abuelo hubiese dicho que no quería homenajes pero se me antoja obligatorio. Vamos a buscar un helado con sabor a dolor y una servilleta roja para tapar la sangre. Regresemos por el camino de migas de pan que dejó Hansel antes de que las ardillas nos borren el rastro. Antes de que las hormigas se confabulen contra nosotros y empiecen a tener voz. Juguemos escondite y no salgamos nunca.

Saltemos...
Allá nos espera Pinocho en el viejo Hospital de los Muñecos. Lo bueno es que dan Acetaminofen y aserrín con agua. No nos detengamos, aguardan por nosotros las amigas de La bella durmiente. El problema es despertarlas a todas.

NOTA: Ana, aún quiero conseguir unas tijeras filosas. Ya lo tengo en mis manos.


Comentarios

  1. Las tienes zarquito, hace rato; tu mente las posee. Sácales filo para cortar tomates y limones, pasiones y dolores. Vale la pena desangrar el mundo. Te doy un consejo: "Córtale las guevas."

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