Monumento al 9 de octubre

Recuerda mi abuela entre risas que hoy deberá estar cumpliendo años el primer novio que tuvo. Cabe anotar aquí lo que ella dice "...salí con muchos muchachos, pero novios sólo tuve dos". Antonio Vallejo se llama el sujeto en cuestión. De igual nombre que mi abuelo, con quien tuvo 7 hijos.

Escribo esto desde la sala de mi casa, recordando que hace un año en aquel tercer piso de aquella biblioteca su sonrisa me hipnotizaba a su antojo. Recuerdo como llegamos hasta allí. Casi que a escondidas porque no queríamos que nadie supiera que nos encantábamos. Todo estaba montado desde la magia de las miradas y el esfuerzo tortuoso de aguantarnos cualquier acercamiento.

Sentados en la mesa le agarré las manos. Estaban frías. Me temblaba hasta las pestañas. Sus labios eran imanes. Empecé a acercarme con promesas mentirosas de no atreverme a nada. Sentí como el pulso de ambos empezó a acelerarse. La adrenalina llegó a su punto de ebullición. Me acercé más de lo que debía. Y ahí estaba. Respirando su aliento. Rozando sus labios carnosos. El clímax de la escena duró no más de 30 segundos. !Qué beso más inolvidable!

Hoy, cuando ha pasado un año desde aquel fantástico momento y después de que mi abuela me confesase el cumpleaños de su ex novio; le hago honor al 9 de octubre con un monumento. No de hierro ni en ninguna plaza pública. Sólo en mi corazón, en el de mi abuela y en el de Ella. (Lo extraordinario).

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