Las semanas en que me sobran los domingos...



De lo que recuerdo, no retengo en mi memoria que alguna vez me haya causado tanto esfuerzo empezar algo como hoy. Con tanto por decir al respecto se me llena la boca de impresiciones y no logro conectar la boca de mi estómago (donde los nudos del alma suelen hacerse) con la punta de mi cerebro. Soy una bola de nieve que sólo incrementa la incertidumbre. Que desea perderse en el mar ahora mismo. Pero le teme a los tiburones blancos y a dejar a las foquitas sin padre.

Si hasta el momento, usted no entiende nada de lo que digo, pierda cuidado. No era mi intención que lo hiciera. Nadie puede entender cómo me siento. Y tal vez usted podría pensar que entonces de qué me sirve escribir todo esto. Tal vez usted tenga razón y sea el momento de que abandone este blog. O tal vez valga la pena que se quede. Y aunque seguro al final seguirá sin entender un carajo, se sentirá diferente. No se sentirá mejor, le advierto, pero sí diferente.

Siempre he experimentado cierta resistencia a esos días. Cuando encuentro lo que no busco y cuando busco lo que no encuentro. Y contrario a lo que muchos piensan, ni el trabajo más dispendioso del mundo puede ganarle la batalla a no hacer nada. Y eso básicamente es lo que un domingo suele significar en mi calendario. Y no es que no valore a mi familia cuando comparto con ella, o cuando leo un libro o veo una película. Es que hacer nada es lo más difícil en mi vida. Porque hacerlo implica pensar y ese es el trabajo más duro del mundo. No te pagan sueldo por hacer nada, simplemente nada pasa. No puedes competir con ella. La nada es tu verdugo. Tú rincón más feo. Donde te encuentras con eso que no eres pero que otros ven en ti. Y no es que crea que después de los 24 años la vida no tiene sentido. Este último lo damos y lo quitamos a nuestro antojo. El secreto del asunto es saberlo suministrar. La ración perfecta. Darle sentido a lo que merece y quitárselo a lo que no.

Pero volvamos a los domingos. Según Wikipedia, la enciclopedia que todos consultan pero a todos les avergüenza decirlo, la etimología de la palabra domingo viene del latín dies Dominicus (día del Señor), debido a la celebración cristiana de la Resurrección de Jesús. En la antigua Roma se llamaba a este día dies solis (día del Sol).

Si lo aplicáramos a mi vida estaríamos perdidos porque aunque no soy ateo y salí de un colegio católico, no voy a misa los domingos y tengo serios problemas de aceptación con la Iglesia Católica. Así que si lo pensase como día del Señor, estaría mintiendo. Para mí un domingo es todo menos eso.
O si quisiéramos asociar mis domingos con la antigua Roma, estaríamos en problemas. Porque a Pereira el adagio popular 'cielo roto' le quedó cortísimo.

En esta semana, y en otras cuantas que vinieron al mundo por error, me sobra el domingo. A diferencia del cantante, recuerdo más fácil un incómodo que un Plácido Domingo. Y no es que me parezca poco que mi abuelo, a quien amo profundamente haya estado aquí para que le enseñase a manejar el facebook. El problema no son ellos, ni siquiera yo. El problema es el día domingo. Y no es que intente hacer un pacto con el diablo para eliminarlos. Sólo me sobran como las monedas de 20 pesos que entregan en los supermercados.

Finalmente todo sigue igual. Nada ha cambiado. Podré hacer mil pataletas y las armas no dispararán notas musicales ni los sábados tendrán un gemelo. Los lunes pagarán los platos rotos, los martes querrán siempre solucionarlo todo. Los miércoles serán su nombre en sí mismos. Los jueves cultivadores de esperanza. Los viernes la promesa de un viaje. Los sábados el clímax de la historia.

Y los domingos...

Seguirán siendo el aterrizaje forzoso. El resultado de un experimento fallido. El viaje que termina sin haber empezado. El beso frío y la llamada que nunca se quiso recibir. La eterna frustración de una catarsis que no llegará. La muerte del cantante, el cáncer del amor. Serán días inborrables y fechas remotas. Y siempre tratarán de nacer por cesárea.


Comentarios

  1. Viejo, hermano, señor...bueno el hecho es que me estoy refiriendo a usted. Me parece muy bacano el modo en que escribe, sobre todo en este texto demuestra un par de sentimientos que por lo menos a mí me resultan muy familiares, y de paso, usa una narrativa muy entretenida. De paso, lo invite a que le eche un vistazo al siguiente blog:
    escriboleoexisto.blogspot.com
    David Rincón.

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  2. Gracias Zarco! Aunque a diferencia de usted disfruto pecaminoso de esos domingos para matar el guayabo :)

    K way's!

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  3. Me encanta el escrito, parce. No creo que me sienta igual porque cada uno lo vive de manera diferente, pero, es tan aproximado a lo que siento. No dejés de escribir. Qué buenas analogías, es exquisito leerle. Y puede que el domingo si sirva: ya ves tu escrito de hastío de los domingos...
    Buenos vientos.

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