De cuando Francisco le agonizó la esperanza...


"La esperanza es el único bien común a todos los hombres.
Los que todo lo han perdido l
a poseen aún”
Tales de Mileto
Banda sonora:
• Coldplay: Fix you – Yellow
• David Gray: Sail Away
• Jason Mraz: I’m yours


La última carta que Francisco recibió de María decía algo así:

“…Ya no estas ahí, pero jamás pretendí hacerte daño.
Jamás imaginé que todo terminaría tan rápido.
Tal vez no pudiste deducir que yo quería ir lejos a tu lado.
O que mi corazón lo último que deseaba era convertirse en un congelador...
Nunca pretendí que las cosas quedaran así...
Dejarte caer tan duro. Pero creo que es lo mejor
para mí y tras eso iré siempre que pueda.
Te quiero mucho...Sé que quizás no lo quieras oír.
También sé que dejarte ir es asumir que te
perdí para siempre.
Pero si algo diré siempre. Es que esto,
valió la pena vivirlo.
Todo lo que significa el tiempo que estuvimos juntos,
tendrá un lugar en mi corazón y en mi memoria.
Gracias...te mereces lo mejor de lo mejor…”


Recuerdo cuando Francisco conoció a María. Ambos saben de qué hablo cuando digo que fue mágicamente inefable. Días antes sus miradas desnudas e inquietas, ya solían cruzarse con frecuencia. Sus pálpitos se aceleraban de maneras similares. Y con excepción de formas inútiles de llamar la atención de María, Francisco no era capaz de hablarle. Sólo le bastaba con mirarla. Sí que disfrutaba en hacerlo. Estuve ahí siempre mientras sus ojos se perdían al verla pasar. Recuerdo que su primer encuentro fue debido a una equivocación que ambos agradecerían después. No podré olvidar el primer día que hablaron frente a frente. Francisco estaba helado. Le temblaban los pies y le sudaban las manos. Tenerla ahí por un cuarto de hora bastó para que Francisco, sin ser mínimamente sano, comprendiera que María le atraía mucho. (It cannot wait, I'm yours)

¿Por qué estás tan raro?... ¿Qué es lo que te pasa?
Preguntas que Estela le hacía a Francisco al notar como ya no era el mismo. Días antes habían discutido. Su relación estaba deteriorada y Francisco no era capaz de confesarle a Estela que había conocido a María y pensó buscar excusas. Al final, como si fuese planeado, Estela terminó por darle la mejor razón. No niego que Francisco la amaba, lo vi llorar por su ausencia miles de veces, lo vi suplicarle de maneras infames y lo apoyé cuando decidió dejarla. Sé que no fue fácil para él decirle la verdad a Estela. Pero lo hizo con valentía. Le confesó que mientras ella no cumplía sus promesas y vivía en su tranquilidad nociva, María apareció. Le costó mucho trabajo, explicarle cómo había sucedido. Y con temor, no dejó cabida a ningún rastro de coincidencias (Francisco no cree en ellas, Estela sí). Seguido le advirtió que se sentía como el peor ser humano sobre la faz de la Tierra, pero que estaba tomando una decisión. Riesgosa sí; dolorosa, aún más. Pero le insistí a Francisco que sacara de su cabeza los riesgos, que liberara las demandas del corazón. Para bien o para mal, ya otros han dicho que al corazón se le puede decir cualquier cosa, menos mentiras. Personalmente, perdonen lo entrometido (Francisco es mi mejor amigo), pienso que vivir acomodando todo a una forma sistemática, pragmática, calculadora y racional de hacer las cosas, además de ser molesto, es perjudicial para el corazón.

Volviendo a la historia, y con todo lo absurdo, irracional e injusto que parezca, esa noche, Francisco le hizo entender a Estela que María le gustaba tanto que correría el riesgo de dejarla ir para siempre. Tímidas lágrimas se pronunciaron. Reclamos y luego más lágrimas. Voces entrecortadas. Otros reclamos. Otras lágrimas. Preguntas sin respuestas, promesas muertas, abrazos incómodos pero necesarios, corazones hechos trizas, sentimientos de culpa, temor al arrepentimiento, la mente en tinieblas y un beso impulsivo el punto final.

María también tuvo que resolver algunos asuntos. Pero quizás fue mucho más afortunada. Andrés le había demostrado que no hay amores ideales. (Dejémosle eso a las novelas mexicanas y a los cuentos de hadas). María corrió un riesgo grande al no volver con Andrés a pesar de sus miles de intentos por reconquistarla. La vida de Andrés no fue la misma cuando se dio cuenta que había perdido el norte en su brújula y que María estaba con Francisco.
Conscientes del riesgo que respiraba a sus espaldas, Francisco y María empezaron una relación contra todos los pronósticos. Bueno, hay que aceptar que no era un comienzo convencional. Existían temores escondidos, palabras que salían temblando y silencios odiosos. Pero nada que besos y momentos inolvidables juntos no pudiesen justamente remediar. (Look at the stars, look how they shine for you)

Cuando por fin llegaba el momento de que ambos probaran la fidelidad de sus palabras, el cemento de sus promesas, el efecto narcotizante de sus besos y la fuerza de sus sentimientos, la distancia los separó temporalmente. Y todo, absolutamente todo, empezó a tornarse extraño. María sentía que Francisco no le daba las fuerzas para seguir. Y Francisco intentaba por todos los medios dárselas. Creyó que sería suficiente con que las cosas estuvieran bien, pero recordó haberle prometido a María que les iría extraordinario.

María decidió terminar con Francisco. Ella sentía que las cosas no iban para ningún lado y que lo que sentía ya empezaba a enfriarse. Francisco se le estaba desmoronando el mundo en sus manos y no sabía cómo repararlo. (And i will try to fix you)

(Aún no lo sabe).

Francisco buscó a María con la esperanza de recuperarla, pero ella estaba empeñada en congelar todo a la fuerza. Quería estar sola. Quería que Francisco no luchara más por ella. Quería que él entendiera (no sé cómo) que había arriesgado todo por nada. Y aunque él prometió aceptarlo, lo convencí de que no lo hiciera.

La última carta que Francisco le escribió a María…

“… ‘Hoy soy como una ballena borracha que se salió del acuario de los días’ Rafael Chaparro Madiedo.
No quiero, ni necesito ni sueño nada diferente a ti. No quiero pensar que arriesgamos tanto para terminar así. No es justo para nadie. Hoy más que nunca sé que los amores ideales no existen (me alivia pensar que nunca intenté serlo), hoy sin temor a equivocarme, no voy a permitir que te vayas de mi vida de esa forma y que me saques de la tuya por la puerta trasera, cual si fuera un desconocido. Sí, claro que pude deducir que querías ir lejos a mi lado, perdona por no demostrarlo como tú querías. Dicen que caerse es permitido, pero levantarse es obligatorio. Y acá estoy, de pie ante ti. Pidiéndote que no te conviertas en un congelador. Porque eso no es lo que tú eres. No te engañes con eso de que esto será lo mejor para ti. Nadie en esta Tierra, puede estar seguro de qué es lo mejor para uno. Si así fuere, no existirían las desilusiones, lo que habría sería amores perfectos y ya sabemos que el amor es tan imperfecto como puede. La vida es de riesgos. Hay subidas, hay bajadas. ¿Será que subimos tan rápido como bajamos?

Sin embargo, dejaré que persigas eso que dices tú, es lo mejor para ti. Lo más sano. Pero perdóname si no te hago caso cuando sugieres de mil formas que pare y deje de luchar por ti. Con pocas esperanzas pero con mucha fuerza quiero correr el riesgo de recuperarlo todo o de perder lo único que me queda…

Te quiero mucho. Francisco… (Sail away with me honey)

“Cuando Alex Hitch le dijo a Sara Melas lo mucho que la amaba, ella no dudo en preguntarle por qué había estropeado todo entonces. Él, le contestó: ‘Soy un hombre, y los hombres pocas veces hacemos algo bien la primera vez’...”

Comentarios

  1. Daniel Alzate Isaza cada dia me sorprende mas su forma de ver el amor!! y me alegra ser su compañera de estudio... hay mucho q aprender,
    aun no han muerto los poetas enamorados ;)

    erika puentes

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