La Ciudad

Ciudad es juventud y es vejez. Perviven los amparados y sobreviven los desdichados, la ciudad es una red de antónimos, de contrastes, de lívidos desafíos, de constantes amores fugaces y de voraces amistades.

Ciudad es la riqueza y la pobreza al mismo tiempo, es compromiso e indeferencia, es una en el día y otra en la noche. La ciudad es la antítesis preciosa de la uniformidad y el equilibrio, no es el reflejo de una democracia perfecta, no es el paraíso perdido ni el infierno temeroso. Es más que ambos.

Ciudad son sus ciudadanos: tan exquisitamente distintos y complejos, tan alegóricamente felices o infelices, tan gradualmente ricos o pobres, tan libremente egoístas como conscientes.

Ciudad son sus mujeres y hombres, y sus variadas combinaciones. Son sus olores, sus colores, sus próceres, sus fundadores, sus prostíbulos e iglesias, sus calles y teatros, sus andenes y hospitales, sus cementerios y bares. La ciudad reúne y desune. Es de todos y es de nadie. Y por eso me pertenece.

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