Deseo estar cerca

en la mitad de la reiterada lluvia de noviembre en mi ventana me atrevo a sentirte en el murmullo apareciendo cálida y protegida por el calor mantenido en tu chaqueta impermeable,

vienes y me inquietas con el silencio de la escucha paciente que me nubla y me hundo en los meandros que se forman en la pendiente de las manos y puedo sentir todo tu rostro con mi nariz y viajo a tu boca estrecha que me embriaga y me detengo en las comisuras para probar tu piel ahí en la pequeñez,

y a pesar de la sospecha de nubes cargadas durante toda la noche, la ventana se queda conmigo para traerte aquí también cuando escampe y del cemento te esfumes luego como un vaho que se enreda en el cerramiento para mezclarse más allá con la maleza gigantesca que baila con el viento,

mientras llueva la lluvia de este viernes naciente a la madrugada me aísla del sueño, estaremos compartiendo camas donde se reportan labios pidiendo por los mismos besos de ese día que tuviste que irte a las 3:30 am porque tenías que madrugar, desde aquí donde una vela blanca se contrae y arde a menor velocidad que la que prendimos ese día para mirarnos las almas, te beso hasta que me duermo besándote.

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