La semana que viene y la anterior


Te espero donde las luces se duermen temprano, donde la gente se baña de noche y el jabón tiene la forma de la palma de mi mano derecha. Te espero en mi estómago, en mi membrana vocal, allí donde eres un susurro, una prosa maleable y fugaz. Te espero en el banco de sangre de la esquina, en la curva de un domingo por la noche, en los 120 kilómetros de velocidad mínima. 

Te espero cuando comiencen a caer las nubes y el cemento levante el polvo de lluvia. Te espero en la próxima tormenta eléctrica, en el patio trasero de las buenas mentiras y justo en la puerta de un beso clínico.

Te espero en la primera vuelta de un tour de Francia, en el último round de Mike, en el coro de una canción desesperada de Jim Morrison, en el segundo acto de una película de Woody y en algún cuento póstumo de Chaparro. 

Te espero en el techo, en la casa del árbol, en la bóveda de los recuerdos, debajo de la cama, en el cerro en que te bautizaron. Te espero rozando el viento cometa, te espero en la sala de errores y en el estadio de las consecuencias.

Te espero en la dirección incorrecta, en la fila del banco con horario extendido, te espero a la vuelta, en la cuadra siguiente y en la anterior, te espero dispersa, menuda y en cámara lenta. 

Te espero en la casa que se incendia enseguida de la ballena encallada y detrás de un par de palmeras cómplices (una hamaca). 

Te espero en el meridiano del este, en la selva negra, en los jardines colgantes. Te espero en mi almohada, en mi  semana esquiva, en mi día gris.

Te espero aquí y allá, después y antes. Da lo mismo. 

Te espero en el mar y arribita en el cielo.

Te espero cerquita de esta noche, de otra noche... 

 de esta luna...
 ...de otra luna.
Puedes ser la nube que la cubre. / @CiertoZarco


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