Pescando hormigas


Sacudo la cabeza. Subo los interruptores. Simulo dormir mientras veo cómo pasa todo. Por ahí caminando el mundo, a veces con ganas de no caminarlo o sin ganas de mundo, pero aquí sigo. Miro con extrañeza al conductor y luego me doy cuenta que no hay conductor. Recuerdo la paleta de colores que cayó sobre la arena, al calamar gigante que me obligó a buscar refugio en la cama de mi madre y la pelota de olores frutales que siempre quise morder. 

Sustraigo los nutrientes del olvido para escupir el veneno. Aparto los imanes de las nubes para no contaminarlas. Le explico al agente de tránsito que los accidentes de hormigas se han multiplicado porque ellas ven en blanco y negro y al llegar al semáforo no hacen el pare. Las autopsias se volvieron innecesarias cuando todos comprendieron que morir era ver la vida color de hormiga y soltar el peso de la espalda. 

El cerrojo distrae la pasividad y nublo las intenciones de abrir la puerta. Duermo en las escaleras de los que subieron sin saber que bajaban y de los que bajaron y nunca subieron. Llamaron...y el buzón de voz contestó convaleciente: "Los pescados vienen con espinas para crearle cargo de conciencia al pescador. Las hormigas no son carnada ni daltónicas, sólo llegaron en mal momento."

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