Del amor en dos actos.


I Acto - Puesta en escena. 

Encontraron a dos lagrimitas llorando en el bosque de la no elocuencia. Llamaron a Pañuelos Blancos, pero no contestó el celular. Intentaron contactar a Risa Burlona pero estaba ocupada con las respuestas de las reinas. Por último, llamaron al Amor y contestó: "si llama para insultarme marque 1, para que lo contacte con mariachis marque 2, para que le dicte dos o tres frases cursis para conquistar alguna chica marque 3, y si lo que quiere es pedirme explicaciones espere en la línea". 

Pararse en las esquinas de la mezquindad para disfrazarla de hipnosis concedida. Arrojarse al vacío de lo impredecible para ser abandonado por los predecibles que no se arrojaron. El bosque terminó incendiado por la ausencia. La ausencia quedó impregnada de incoherencia. Incoherente, llamaron al amor y las dos lagrimitas resolvieron marcharse después de secarse y morir ahogadas. 

...(sonido de un telón cerrándose)

No hay aplausos. El mutismo no fue ensayado. La gente salió sin murmullos y reclamó la plata en la taquilla. 

II Acto - Monólogo. 

Lo conoces y es el fin del mundo. El universo entero conspira a tu favor: las estrellas iluminan un poco más, la lluvia refleja en cada gota, una sonrisa profunda; las noches abrazan tu alma mientras te unes a su ser. Un día te levantas o te acuestas y todo terminó. Ahora la batalla es contra ti mismo. El nihilismo se adueña de tu vida y no hay nada en qué creer más que en el dolor profundo de una impenetrable soledad.

Te das cuenta que nada nunca fue tan real como imaginas. Aquél ser que creías súper humano, extiende sus más grandes esfuerzos en destruirte, aprovechando aquello que ya conoce de ti. Surgen infinidades de interrogantes en un mundo donde no quieres entender. Juegas con cuanto ser se cruce por tu vida. ¿Cómo entender nuestros más profundos y perversos deseos? Te das cuenta de lo sucio que eres; igual que todas las cochinadas que observas en el mundo: tu no eres distinto a ellos.

Solo quieres olvidar y alguien maravilloso quiere ayudarte a hacerlo. Te aburres y te das cuenta que tu vida cambió. No quieres lo mismo y no le permites a ningún espécimen que te joda la vida. Todo vuelve a empezar como un maldito ciclo envenenado donde ya sabes lo que sucederá y por dónde te inyectarán el tóxico dolor. 

Y no podrás poner más resistencia y querrás vivir para ese ser, y sentirás que todo es nuevo, pero ¡Mentira! no es más que otra de las muchas trampas maléficas que te pone la vida. Volverás a ver las estrellas, la lluvia y la noche como aquél día y, lo peor de todo, es que creerás que ese pequeño dios que te acompaña, es distinto a todo lo que habías conocido. Errar es de humanos, dice mi abuela, y repetir el mismo error, es de idiotas. Se acaba y empieza, una y otra vez, y otra, y otra, y otra… ¡Humanos idiotas!


Título de la obra: 
Telones e idiotas.


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